El día a día de este 2015 cambió radicalmente mi rutina y me
ha sobrepasado, motivo por el cual no he podido escribir. Pero los recientes
acontecimientos no me permiten permanecer callada. A quienes me reclaman que
como astróloga debo ser neutral, lamento desilusionarlos. No hay forma de ser
neutral, no hoy, no ahora. Soy humana, soy ciudadana, soy venezolana, además de
ser astróloga.
Viendo a la Venezuela de hoy en día, sólo puedo pensar en
Marte (Ares en la mitología griega).
Marte era el dios de la guerra. Resumiendo lo aprendido en
los cursos de la Dra. Magaly Villalobos, “de Ares se decía que el campo de batalla era su reino, la lucha con los
soldados era su placer y la sangre derramada era su triunfo. No peleaba por
algún ideal ni contra algún enemigo en particular, sino por pelear. No
respetaba leyes, por lo tanto su lucha no tenía que ver con la justicia. No
protege ni al valiente ni al cobarde. Reparte golpes al acaso.”
Marte recorría
los caminos y aterraba a los viajeros en las encrucijadas, en compañía de sus
hijos Deimos y Fobos (traducidos: miedo y terror), y de su “pana” Eris (la
discordia). La violencia y la violación están asociadas a Marte. Otras “dulces”
palabras también son: agresión,
guerra, conflicto, ambición, individualismo, regocijo en las batallas, ambición
voraz de poder, muerte, armas, accidentes, heridas y cortes, quemaduras, cirugías
y operaciones, violencia, naturaleza animal del ser humano. No en vano los
antiguos lo llamaban “el maléfico menor”.
En
Astrología, representados por Marte están los militares, policías, malandros,
ladrones y gente violenta en general. Creo que no hace falta que explique más
de qué se trata este planeta: lo vemos a diario.
Ahora bien, como toda moneda, Marte también
tiene otra cara. La competencia, la lucha por el triunfo, la adrenalina
imprescindible para la supervivencia. Tiene que ver con la toma de iniciativas, con
ser pionero. Bien utilizado puede ser rápido y preciso, tener fuerza y valor.
En Marte vemos al iniciador, ejecutivo, competidor, impulsivo, entusiasta,
valiente, independiente, dinámico, rápido, a la persona que vive en el presente.
Marte también representa a los médicos cirujanos, deportistas, herreros,
carniceros, a nuestros músculos y nuestra sangre, que nos da vida.
Cuando miro a
Venezuela, no encuentro el lado luminoso. Sólo veo militares, policías y
malandros, armados hasta los dientes, acabando con la vida de miles de
venezolanos de todas las edades, clases sociales y creencias. Aupados por un
gobierno que ha redactado un decreto que da luz verde a un descerebrado que
dispara por la espalda y a sangre fría, según su pobre criterio. Un gobierno
que ha instaurado la pena de muerte cuando el derecho a la vida es lo primero
que está consagrado en la constitución. Ante la venda del Tribunal Supremo de
Justicia, a cuyos magistrados les quedó grande el nombre de esa institución,
que no dicen ni pío por semejante violación, cuyos efectos hemos visto multiplicarse
en esta semana. Si se respetaran a sí mismos, a las leyes y a la nación, ya
debería haber anulado ese decreto, por inconstitucional.
La Fuerza Armada,
que en cualquier país está para defender a su pueblo, está aliada con los
malandros, matando a su pueblo, en el mismo saco del lado más oscuro de Marte.
Un presidente que
arenga a “su” pueblo a que salga con la FAN a pelear contra el “otro” pueblo, y
que justifica la muerte de un niño de 14 años porque “pertenece a una secta de
la derecha”. Es decir, si perteneces a una secta de la derecha, mereces estar
bien muerto. Y todavía hay quien le cree.
Un pueblo que va
por las calles desesperado buscando comida, cayéndose a golpes por un pollo o
unos pañales, más de Marte. Que en esta distracción, anda “lobotomizado” sin
capacidad de reacción contra su opresor.
Un pueblo que
pidió el regreso de Pérez Jiménez, y el Universo se lo concedió: ahora vemos
tortura y castigo para el que piensa diferente, censura y “hegemonía
comunicacional”, con el agravante de ninguna estructura construida, que sí dejaron
Pérez Jiménez y Gómez. El error de este pueblo fue abrir las puertas a los
militares. Cuando intentó despertar, hubo un 11 de abril, y el 13 los militares
(otra vez Marte) lo regresaron para atornillar el sistema que tenemos hoy. Esta
es la herencia que ha dejado el “intergaláctico”: la incapacidad de entender
diferencias, de practicar el “brain-storming”; la instalación del “yo mando-tú
obedeces”; la corrupción, el autoritarismo, el caos y el retroceso. Un 4 de febrero
bueno y un 11 de abril malo. El lado más oscuro de Marte se instauró en
Venezuela, bien asesorado por el castrocomunismo cubano.
¿Cómo vamos a
salir de esta oscuridad? No se me ocurre otra cosa que caer al fondo del foso,
para morir y regenerarnos, es decir, echar mano de Plutón. Y eso son palabras
mayores, muy mayores. Plutón va por debajo, no se nota, no se ve, hasta que
explota, como la bomba atómica, como una cloaca que se rompe abruptamente. A
veces me da por pensar que ya estamos en este proceso. Que no hay tal “lobotomización”
sino una procesión que va por dentro, por debajito. ¿Cuándo explotará? No debe
faltar mucho. Hay un revocatorio en 2016, elecciones parlamentarias en 2015, o
situaciones impensables en este mismo periodo.
Yo, en este
momento, conectada con lo más oscuro de mi sombra y de mi indignación, sólo
puedo desearle a los asesores castrocomunistas cubanos, que han traído la
maldad, el “sapismo” o “compatriota-cooperativismo”, la intolerancia y la
muerte a Venezuela, que se tengan que ir muy pronto de aquí, con el rabo entre
las piernas, como las primeras ratas cuando el barco se hunda. Y a los
militares, policías y malandros, que se conviertan en una especie en extinción,
para que también se acaben las guerras y el tráfico de armas, y podamos entrar
por la puerta grande a la Era de Acuario, la era de la humanidad, que no acepta
tal barbarie como es el lado más oscuro de Marte. Y al pueblo le deseo que
hayamos aprendido muy bien la lección, de no dejar nunca más que los militares
se empoderen, porque han demostrado haber infectado todas nuestras
instituciones con el abuso, el autoritarismo y la corrupción (por no hablar de
la incompetencia, ineficacia e ineficiencia), como cuando Pérez Jiménez y Juan
Vicente Gómez. Que dejemos atrás el facilismo y tomemos el trabajo como valor.
Que recuperemos la vida como valor. Que nos conectemos con el lado luminoso de
Marte: la lucha por el progreso y por el logro de nuestras metas. Es urgente.
Ariadna Flores
Vitelli
Astróloga y
Tarotista.
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